Descripción de la obra
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En toda democracia hay dos formas de legitimación: la que procede del pueblo y la que tiene su origen en el enemigo. Este libro refuta como falsa la segunda y justifica el poder difuso del pueblo como argumento fundamental en favor de la política. Frente a la teología, la ética de las buenas intenciones y las diferentes formas tecnocráticas de concebir el poder, muestra la especificidad de la acción y el discurso político como un espacio abierto, materialmente de nadie y potencialmente de todos, para encontrar bienes en común. Sin olvidar que la invención de la política, en la hora presente, viene determinada por una situación de malestar ciudadano y erosión de buena parte de las condiciones de validación de la democracia elitista, la metodología para justificar la búsqueda de esos bienes en común de despide de las lógicas transparentes, rotundas y dogmáticas de las opciones del o esto o lo otro, y pone en práctica una lógica política ambivalente, dubitativa y escéptica que, sin renunciar a nada, advierte las posibilidades de un "y" creador del esto y lo otro.