Descripción de la obra
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La metáfora del analista "espejo", que sólo refleja al paciente, fue introducida por S. Freud en 1912 para ilustrar la neutralidad del analista. Pero esa metáfora provenía también de los modelos de la ciencia de principios de siglo, que mantenían el ideal del observador objetivo, algo que actualmente se encuentra en revisión. En este libro se sostiene que la neutralidad del analista, entendida como un ideal de no selección, es inexistente. El analista no es un mero receptor de los datos de sus pacientes, los selcciona de cauerdo a sus paradigmas. Cuando cambian los datos, y los psicoanalistas escuchan cosas novedosas en los relatos de sus analizados. El analista se encuentra lejos de ser un neutro espejo o un pasivo auricualr, y su atención no es totalmente flotante: flota dentro de su paradigma.