Las aguas subterráneas, a parte de los inasequibles hielos polares, constiuyen la mayor reserva de agua dulce continental, equivalente a un espesor de agua libre de 11 m, con una amplia distribución territorial y asequibles de forma relativamente fácil, económica y segura, de forma adaptable al desarrollo y crecimiento de las necesidades, y en general libres de gérmenes patógenos. De ahí su relevante papel para la sociedad, además de sus importantes funciones medioambientales.