Descripción de la obra
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Hay algo que tienen en común los niños y los filósofos: la curiosidad y el asombro ante todo lo que les rodea. Los niños están empezando a abrirse camino en el mundo y se sienten confusos, perplejos, pero también admirados, curiosos, asombrados, ante una multitud de cosas y situaciones que no acaben de entender y cuyo significado o sentido se les escapa todavía. Al igual que los filósofos , no dejan de preguntarse constantemente no sólo qué son las cosas que están ahí, a su alrededor, sino también por qué están. Y es ese preguntar asombrado y admirado, ese deseo de encontrar el sentido de las cosas, el que constituye el punto de partida de la reflexión filosófica.